Foto por Cristóbal |
Hace tiempo estaba escuchando a un par de fotógrafos hablar sobre, bueno, fotografía y como los mejores en el campo no destacaban precisamente por su habilidad en la técnica, la iluminación o el arte en sí, esto ya lo tienen pero no es mucho mayor al nivel de otros profesionales, se lograban destacar porque eran unos genios editoriales. Hacen foto tras foto, pero no publican todo, entre todas las imágenes que crean, saben elegir unas pocas, una cantidad pequeña que reúne ciertas características, y estas imágenes las publican, el resto las guardan.
Hay muchas formas de publicar lo que uno hace, ya sean vídeos, texto en forma de historias, ensayos u opiniones, imágenes como fotografías, dibujos, ilustraciones, pinturas y más. Pero hay mucha basura ahí afuera, demasiada. Aquellos que se logran destacar en un campo creativo no lo hacen solo por su habilidad, también necesitan saber que es lo que deben mostrar y lo que no. En una galería o museo no se ve a lado de una obra majestuosa al oleo una hoja que contiene el boceto horrible de los primeros años de vida del autor. No, porque esa gente sabe elegir que publicar.
No importa que es lo que hagas, haz por el placer de hacer, de crear, de expresarte, no por la ilusión de publicar. Publicar es un placer pasajero que dura menos si no sabes hacer. En lo personal, cuando escribo una historia, un artículo, cuando hago una fotografía, la trabajo y la dejo lista para su publicación, lista para que otros vean todas esas ideas tan enmarañadas que tengo en la cabeza en forma de obra, pero no la publico. La dejo ahí, descansar un rato, que olvide lo que sentí al hacerla, el esfuerzo que invertí en ello, que olvide por completo lo que hice. Pueden pasar días, semanas y en más de una rara ocasión he tenido que dejar descansar la obra por meses. Después de ese tiempo vuelvo, y reviso la obra, pero con otros ojos, como si yo no fuera el autor, como si fuera un espectador más. Es en ese momento cuando veo y siento lo que pasé por alto en un principio por estar embelesado en el hecho de haber trabajado en aquello y lo que sentí, por estar ebrio de esa ilusión de publicar, soy más crítico y más preciso en notar errores. Es cuando decido publicar.
No hay nadie tan bueno que publique todo lo que haga, porque no todo lo que se hace es una obra de arte. Los grandes fotógrafos no van por ahí con una cámara ridículamente cara, echan un vistazo rápido por el visor y hacen una foto que es una obra de arte inmediata, no, eso simplemente no sucede. Todos trabajan la escena, trabajan el resultado, revisan el trabajo, lo vuelven a revisar en busca de errores, de fallas, lo dejan descansar y vuelven a él para buscar más errores.
Una buena obra no es aquella a la que ya no le puedes agregar más, es aquella a la que ya le has quitado todo y lo único que queda brilla por su cuenta.
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