Fracasar y luego volver a fracasar


En un mundo en el que todos ganan, nadie gana. ¿Qué diferencia hay en mis actos si la recompensa es la misma para todos? No importan quien haga qué, si al final del día todos reciben la misma recompensa. Me parece terrible esa lección que algunos quieren enseñarle a las nuevas generaciones.

En la victoria solo hay placer pasajero. Nadie aprende nada cuando aplica un plan y todo va de acuerdo al mismo. ¿Qué caso tiene planear entonces? En el fracaso, en sentir el segundo lugar, en erguirse frente a alguien más alto es donde se encuentra el verdadero valor. Al fracasar uno aprende qué hizo mal, qué puede mejorar, qué falló, faltó, qué sobró. Al fracasar uno aprende. Y aquella derrota perdura. Entre más cercana fue a la victoria, más perdura en la mente. Más aprende uno, más se esfuerza.

En el fondo a los seres humanos no nos gusta ganar realmente
. Porque es aburrido. Si ganamos, luego ganamos y al final seguimos ganando, nos aburrimos. No quiero decir que precisamente nos guste perder, pero deberíamos disfrutarlo. Porque ahí es donde está lo interesante. Porque nos esforzamos por no volver a perder, por acercarnos un poco más al primer lugar. Inevitablemente somos animales gregarios, y algo muy dentro de nosotros nos hace querer destacarnos por sobre nuestros semejantes y eso está bien porque, de cierta manera, nos hace esforzarnos. Perder es maravilloso. Fracasar es parte de nuestra humanidad. Es lo que nos hace mejorar. No hay vergüenza en fracasar una y otra vez, solo aprendizaje.

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