El artista y la rutina

Foto por Cristóbal

El arte tiene aspectos técnicos, algunos le llamaran reglas de composición o simplemente «Esto es lo que tiene que tener tu obra para que se vea bien, se sienta bien o se escuche bien». Estos aspectos técnicos son pequeñas fórmulas que comparten las grandes obras maestras y que se repiten una y otra vez en diversas disciplinas. Ya sea en arquitectura, con las lineas paralelas que resultan en una composición agradable y uniforme, o en disciplinas como la música en el que el ritmo marca una constante agradable al oído. Realmente no importa el arte, en todas ellas hay estas pequeñas fórmulas. Pequeñas reglas de la estética.

Ser un profesional de un área creativa, ya sea dedicarse a la escritura, diseño, música, cualquiera de ellos y otros más, implica tener un entrenamiento no solo en las habilidades para crear algo estéticamente agradable, sino en poder hacerlo en una base diaria. Un ilustrador profesional, por ejemplo, puede sentarse un día y decirse a sí mismo «voy a trabajar y hacer algo de este lienzo». Ese entrenamiento, esa capacidad para crear de manera rutinaria obras que son agradables al oído o a la vista. Esto sin estar completamente inspirado. Por ejemplo en la fotografía (un tema que se me facilita): Un fotógrafo profesional es contratado para tomar un retrato de determinada persona reconocida, puede ser una celebridad o alguien con gran influencia. La cita se hace a tal hora y en tal lugar, y, aunque el fotógrafo no se sienta muy inspirado ese día, tiene que hacer la sesión y obtener un buen resultado. Porque es un fotógrafo profesional, para eso mismo lo contrataron. Como buen fotógrafo podrá hacer un retrato digno. Algo que a uno le haga exclamar «Muy bien» o «No está nada mal» al verlo. No será una imagen que haga saltar de la emoción o robar el aliento de la belleza y poder que transmite, pero sin duda será un buen trabajo. Algo «profesional».

Aunque se puede entrenar uno en cierto arte, en cierta área creativa para poder crear de manera rutinaria sin que el humor de uno mismo afecte negativamente en el resultado (al menos no demasiado), no se puede entrenar la inspiración. La educación actual apunta a formar profesionales capaces de crear de esta manera. Profesionales que creen obras (imagen, música, etcétera) que siguen las guías de la estética. Profesionales que saben y conocen técnicamente porque una obra es buena y otra simplemente no vale la pena.

Poder crear algo estéticamente agradable en una base rutinaria no tiene nada de malo. Pero, falta algo, ese algo que se ve rara vez y hace que un trabajo destaque sobre los otros. Más que prestarle atención a los aspectos técnicos de una obra, siento que deberíamos preguntarnos si ésta fotografía, si ésta canción nos hace sentir algo. Nos transmiten algo. Tienen ese algo que nos hace perder nuestro aliento y perdernos, aunque sea momentáneamente, en nuestras ideas.