Foto por Christine Barraclough
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Desde hace tiempo, la humanidad se ha preguntado como es que han ocurrido los grandes desastres de la historia, las torturas y matanzas. Todas estás son hechas por personas, seres humanos que de alguna forma deben de sentir empatía por su presa.
Supongamos lo siguiente: Tu eres un maestro, tienes un alumno que está del otro lado de un ventanal opaco, solo puedes escuchar su voz más no puedes verlo. Detrás de ti hay un inspector, que solo está ahí metiendo las narices. El inspector te da una hoja, una hoja que el alumno ya ha estudiado y tu deber como maestro es comprobar sus conocimientos. Pero, cada vez que tu alumno responda mal apretarás un pequeño botón en frente de ti, el cual dará una descarga eléctrica, que irá subiendo poco a poco(el dolor aumentará) cada vez que aprietes dicho botón.
Haces una pregunta y tu alumno responde bien, haces otra y tu alumno contesta mal, le das un toque eléctrico de 15 volts, el alumno solo grita ligeramente. Haces otra pregunta, este contesta mal, le das otro toque eléctrico ligeramente más fuerte, el alumno tira un grito desgarrador del dolor. ¿Hasta donde continuarías?
Es triste, pero el 65% de la población iría hasta el final.
Se trata del experimento Milgram. En este experimento, desarrollado en 1940 por Stanley Milgram, se intentó dilucidar hasta donde son capaces las personas de obedecer una fuente de autoridad y seguir sus ordenes, aunque estás vayan en contra de la propia moral. Si, somos capaces de suprimir nuestros propios ideales cuando estamos al frente de una autoridad.
Foto por marcovdz
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En tal experimento, el 'inspector' que te comenté antes, es el investigador, el alumno es solo un actor al que ya se le han dado instrucciones previas, el sujeto de investigación es el maestro(todo esto último obviamente es un secreto para el maestro). Cada vez que el maestro se estremecía por los gritos de dolor del alumno, este volteaba a ver al investigador quien le contestaba firmemente que debía de continuar con el experimento.
"Somos capaces de suprimir nuestros propios ideales cuando estamos al frente de una autoridad".
A los 300 volts, varias muchas preguntas contestadas incorrectamente después, el alumno dejaba de mostrar señales de vida. Muchas personas lo llevaron hasta el limite de 450 volts. Incluso, cuando el alumno gritaba, se convulsionaba y estremecía, el maestro seguía propinando el choque eléctrico, todo por que la figura de autoridad le dijo que así lo hiciera. De hecho, el actor tenía instruido que gritara y suplicara por tener problemas en el corazón. Aún así, muchos 'maestros' lo llevaron hasta el final.
El experimento Milgram nos demuestra como nos podemos dejar llevar por una figura de autoridad, incluso pasando por sobre nuestra moral. Somos más susceptibles a la opinión de otros de lo que pensamos, algo que demuestra el experimento de Asch de otra manera, esta vez cambiando la figura de autoridad por un conjunto de personas de igual estatus.
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