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Foto por Thamires Griebler
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Recientemente he notado mi malsana obsesión con el tiempo. Desde que adopté el método GTD empecé, de entrada, a prestar menos atención al tiempo que invertía en cada actividad, simplemente la hacía y la terminaba. Más tarde, descubrí la maravilla que es vivir sin objetivos y metas. Fue cuando empecé no solo a hacer mis actividades sin prestar mucha atención al tiempo, sino también a disfrutarlas mientras las hacía.
Pero aun así. Fácilmente una persona puede ver la hora 50 y hasta 100 veces al día. Es demasiada conciencia del tiempo, nos estruja y nos presiona. Nos estresa.
Hasta hace poco, he intentado ver el reloj menos, mucho menos. Cuando inconscientemente empiezo a buscar un reloj, ya sea en mis bolsillos o en alguna pared, en una pantalla en la calle o esos grandes relojes que se encuentra uno en los centros de las ciudades. Me detengo y pienso '¿Para qué necesito saber la hora? ¿Realmente algo va a cambiar?' Si estoy esperando por algo que suceda, simplemente espero, no me importa el tiempo transcurrido, sabré cuando será la hora en que tenga que ocurrir por que veré como eso ocurre frente a mis ojos.
Aun así, saber la hora es esencial en la vida actual. Pero no tanto como para estar viendo el reloj cada 10 minutos, por que hay personas así, pueden ver el reloj más de lo que alcanzan a percatarse. Cada 20 o 40 minutos echan un vistazo rápido al reloj.
El tiempo transcurre, da igual que seas consciente de el o no. Por que no importa cuanto tiempo inviertes en hacer algo, solo cuanto lo disfrutas haciendo.
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